Cuando alguien habla de
animales abandonados, lo primero que las personas piensan es en esos animales
que dejan en montes, gasolineras, cubos de basura, etc. Pero lo que no se nos
ocurre pensar, es que hay diferentes formas de abandono de animales. No necesariamente,
para estar abandonados, tienen que estar en la calle, solos y sin un hogar.
Hay muchos animales que si
tienen hogar, pero que son abandonados día a día por sus dueños, unos dueños
que se pegan días sin pasar por casa para ponerles de comer o sacarlos a
pasear, dueños que a pesar de estar en casa no les ponen de comer o de beber, dueños
que tienen a sus mascotas al aire libre en jardines o balcones mientras llueve
o hace mucho calor.
No sé si por suerte o por
desgracia he llegado a vivir esta situación, muchos diréis que obviamente es
una desgracia, pero en mi opinión tiene algo de suerte, ahora entenderéis porque,
os voy a contar la historia de mi vida.
Mi
historia empieza el día en el que un chico me compra como regalo para su novia,
en un primer momento todo era muy bonito, me llevaban a la playa, donde conocí
a una familia que me trataba increíblemente bien, jugaban conmigo y me
cuidaban. Hasta que un día era relación se rompió y comencé a pasar días y días
sola en un balcón con un pequeño jardín llorando y ladrando, después de varios
días unos vecinos se cansaron de escucharme llorar y me envenenaron. Pasé 21
días ingresada en el veterinario de los cuales tan solo 1 día mi dueña vino a
verme, el resto de días vinieron sus padres y sus hermanos.
Después de ese momento nos
mudamos a un pequeño piso de santa cruz, donde estuve algunos meses en unos 2 o
3 metros cuadrados, compartiendo espacio con una lavadora y una secadora, sin
comer, casi sin agua y atada.
Pasados unos días,
vino de visita una familia a la que yo había visto en alguna ocasión, tanto en
la playa como en mi otra casa, los escuche hablando sobre mí, vi a mi dueña
preparar todas mis cosas y dárselas a la madre de la familia, entonces me
soltaron, yo solo podía correr y jugar con la niña de la familia. Al ver que me
ponían el collar y me sacaban a la calle no me lo podía creer, no sabía a donde
iba pero estaba feliz por haber salido de ahí.
Los días siguientes comencé a
vivir en una nueva casa, con nuevas personas que me cuidaban, jugaban conmigo y
me querían. Después de 11 años sigo con ellos día a día llenando la casa de
felicidad y alegría.
Tengo que decir que después
de haber vivido todo esto, en un principio no me gustaba que me tocaran, comía
muy deprisa para que no me quitaran la comida pensando en que no comería en
varios días. Pero con el tiempo entendí que todo había cambiado y que ahora
tenía a personas que cuidaban de mí y que nunca me dejarían sola.
Hace unos meses me
puse muy malita, nadie creía que fuera a sobrevivir, pero a pesar de eso, ellos
estuvieron ahí cada día llevándome al veterinario, dándome de comer, curándome
y eso fue lo que me dio fuerzas para poder seguir adelante y para ahora estar
mejor que nunca.
Por eso ahora miro atrás y pienso, que todo aquello fue algo bueno, gracias a eso pude encontrar a una familia donde no me tratan como una mascota o un juguete si no como un miembro más.
Realizado por: Nira Delgado
Couto.
Imágenes: Elaboración
propia.
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